Yo me fui de Venezuela hace muchos años, digamos una década aunque es un pelin más...
Me fui porque quise, porque aunque era super feliz allá y nunca había tenido ningún encuentro cercano con la delincuencia, Venezuela para aquél momento no me resultaba atractiva. Yo quería seguir estudiando fuera y por encima de todo, tenía una relación con alguien que me esperaba al otro lado del charco. Así que no me lo pensé mucho, agarré mis macundales y me fui. Me fui contenta y ahora que lo pienso, me fui sabiendo pero no sintiendo, lo que significaba de verdad, irme. Vendí mi única posesión, un Yaris, comencé un curso de posgrado en la Complutense y así comenzó mi vida fuera de Venezuela.
Los primeros meses e incluso me atrevería a decir que el primer año no llegué a extrañar mucho nada. Ni siquiera creo yo que a mi familia. Ellos estaban allá, estaban bien, recibía noticias a diario gracias al correo electrónico e incluso chateábamos mucho, así que no tenía esa sensación de nostalgia. Madrid, que ya la conocía de cabo a rabo como turista, ahora era mi ciudad, y me encontraba feliz caminando por el paseo de Recoletos y pensar en lo afortunada que era de vivir en una ciudad tan bonita.
Sin embargo, había cosas que si que llevaba conmigo. Me costaba ir mucho de noche y no ir con miedo, salía de la universidad a las 9:00 y llegaba a casa alrededor de las 10, y entonces el terror psicológico del venezolano se apoderaba de mí, no llevaba nada de ¨valor¨en él, pero me agarraba a él como si lo llevará por completo repleto de oro. Caminaba intranquila y cualquier callejón o atajo que durante el día me hacía la valiente y cruzaba acelerando el paso, por las noches, ni se me ocurría. Así mismo, podríamos estar derritiéndonos del calor y aunque no hubiese aire, me costaba un mundo bajar los vidrios del carro, quizás dos dedos... por qué? pues porque traía el horror de estar en una cola, en una semáforo y que llegara un motorizado y se llevara todo, como ya le había ocurrido a amigas... esto sin pensar en los respingos que di cuando estando tranquila en una cola, sentía el ruido de la moto acercarse. La gente se reía y a mí me daba entre vergüenza y tristeza explicar por qué me ocurrían estas cosas.
Pero poco a poco este chip del terror desapareció y comencé a disfrutar la ciudad. Una ciudad que obviamente también tiene problemas pero no son los mismos problemas de inseguridad porque sus cifras no llegan nunca (En España 2010 el ratio por arma de fuego era 0.15 por 100.000 habitantes) a la impresionante cantidad de muertos que se producían en el mismo año en Venezuela, (cuyo ratio era de 39 por cada 100.000 habitantes). Y eso se nota y eso te da seguridad y entonces disfrutas mucho más porque descubres que en realidad se puede vivir de otra forma, que no hay necesidad de ir con miedo, ni de guardar la blackberry cuando estás en lugares públicos, ni de que a lo mejor, una bala pérdida te haga perder la vida o ya no el robo de un carro, sino de algo tan burdo como puede ser un teléfono de moda o un par de zapatos. En Irlanda, el ratio para ese año fue de 0,35...
Incluso si lo comparamos con las cifras del Imperio :')... el ratio de Estados Unidos fue de 3,6 por cada 100.000 habitantes... La cifra de Venezuela entonces no es un error sino un HORROR!
Y por supuesto ya no hablemos de todas las cosas por las que incluso a mí siendo Venezolana me cuesta entender. Qué no hay harina pan? Y en la panadería no hay pan porque no hay harina o no ha habido luz? Que hay crisis en las farmacias y no se encuentran los medicamentos? Que no hay mantequilla? Que no hay leche ni papel toillet? Que no hay alimentos importados y los que hay son de risa los precios que tienen? Que no hay pañales?
Todo eso me parece fatal... pero me parece aún peor pensar que a pesar de todos esos inconvenientes y carencias, tenemos PATRIA! No, no tenemos patria, la verdad es que no tenemos un coño...
Así que si, si compensa dar el brinco y dejar atrás muchas cosas que son importantes para nosotros. Compensa venir y comenzar a nueva vida donde Venezuela se convierte en el país que añoramos y al que vamos de vacaciones a ver a nuestra gente... y Venezuela es el recuerdo de los sabores, de los olores del pasado, del raspado con leche condensada a la salida del colegio, del tequeñón de desayuno, y del mini lunch para el almuerzo, de agarrar el carro y no el avión para llegar a casa de tu familia... De los fines de semana bajando a la Guaira, de las escapadas a Cuyagua, Cata, Chirimena, Paparo Morrocoy, del Miss Venezuela, de las telenovelas...
Hoy en día auqnue tardé más de un año para conocer a mi sobrina y me pierdo muchas de las cosas importantes que ocurren por allá, estoy contenta de la decisión que tomé. Es cierto que han habido lágrimas, que la búsqueda de empleo fue complicada, que llegué a pensar que todo había sido un error y que para pelar bola en otro país, mejor la pelo en mi casa con mi familia....
Todo eso ya pasó y visto desde la distancia, no me parece ni tan largo ni tan malo lo que yo creía que era un calvario...
En mi caso valió la pena, mucho mucho....